lunes, 6 de octubre de 2008
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Muy bien —dijo el capitán—. Ahora, escuchadme. Si os presentáis aquí, uno después de otro, desarmados, yo me comprometo a poneros buenos grilletes y conduciros a Inglaterra para que se os procese. Si no aceptáis, mi nombre es Alexander Smollet, he izado la bandera de mi soberano y os podéis ir al diablo… No podéis encontrar el tesoro. No podéis gobernar el navío… No hay uno entre vosotros que sea capaz de hacerlo. No podéis combatirnos… Gray, aquí presente, ha escapado de cinco de los vuestros. Vuestro navío está desamparado, señor Silver, estáis a punto de embarrancar; bien pronto lo advertiréis. Yo me quedo aquí, tal como os digo, y éstas son mis últimas palabras, pues en nombre del cielo que os enviaré una bala a la espalda la próxima vez que me tope con vos. Largaos, muchacho. Y bien presto.
Robert Louis Stevenson
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